viernes, 29 de abril de 2011

Deriva y soluciones del terreno

AUTOR: TOHAAS (Carlos Torres)

Fuente: La arquitectura a través del lenguaje / Maurici Pla.

Es increíble cuando uno descubre teorías que hacen dar un giro de 90º, cuando leí este texto me di cuenta, que cuando uno se enfrenta a un proyecto de arquitectura en un paisaje x debe dejarse llevar por las solicitaciones del terreno. Y no analizar el contexto de una punta vista subjetivo. Me refiero que uno debe descontextualizarse de todas herramientas, y dejarse llevar por lo que entrega el lugar. Los dejo con un texto de Maurici Pla que trata de la deriva en la arquitectura.

(…)En su escrito “Theorie de la derive”, Guy Debord describe su idea de deriva como una situación completamente distinta, tal vez incluso opuesta, a la acepción común de la expresión “ir a la deriva”, en el sentido de encontrarse en medio de un mar adverso en una embarcación sin control, a la merced de las fuerzas salvajes y aleatorias impuestas por el medio: las leyes implacables del mar. Para Debord la deriva es, en primer lugar, una situación urbana por excelencia.

“El carácter básicamente urbano de la deriva, en contacto con esos centros de posibilidades y significaciones que son grandes ciudades transformadas por la industria, respondería posiblemente a la frase de Marx: “los hombres no pueden ver nada a su alrededor que no sea su rostro, todo les habla de sí mismos. Su propio paisaje está animado”.

La segunda característica distintiva de la deriva, tal como la entiende Debord, se aparta también en apariencia de cualquier situación de extravió o de sometimiento unas fuerzas extrañas o superiores. La deriva es una acción de exploración del terreno, una acción que no anula de ningún modo la voluntad y que es emprendida con una finalidad básicamente epistemológica. Lo más característico de la deriva es que es el propio terreno el que guía la conducta de quien deriva, como si lo invocara, como si lo solicitara:

“Una o varias personas entregándose a la deriva renuncian, durante un tiempo más o menos largo, a los motivos que conocen habitualmente para desplazarse y actuar, a las relaciones, al trabajo y al ocio que le son propios, para dejarse llevar por las solicitaciones del terreno y por los encuentros que se producen. El aspecto aleatorio no es tan determinante como se pudiera creer: desde el punto de vista de la deriva, existe un relieve psicogeografico de las ciudades, con corrientes constantes, puntos fijos y remolinos, que hacen que el acceso y la salida de determinadas zonas resulten difíciles”.

Y un último párrafo, que acaba de precisar, de forma bastante inquietante, el concepto de deriva, alude a la climatología:

“La influencia en la deriva de las variaciones climáticas, aunque es cierta, tan solo es determinante en el caso de las lluvias prolongadas, que prácticamente lo impiden todo. Ahora bien, las tempestades u otras precipitaciones parecidas le son más bien propicias”.

La tópica deriva es medio de una tempestad y la deriva propuesta por Debord tienen en común, por tanto, que ni el motor, ni el timón, ni la vela, ni el ancla caben en ellas. Ahora bien, Debord siguiere claramente que, a pesar de todo, ello no significa que uno vaya perdido o que la voluntad quede anulada o adormecida. El primer concepto clave para resolver esta PARADOJA aparente es el de psicogeografia. El segundo concepto clave, que aquí nos interesa particularmente, es la idea de que lo que realmente está en juego en la deriva es nuestra relación con el terreno. Cuando Debord propone dejarse llevar por las solicitaciones del terreno, está planteando en realidad un tema que concierne plenamente al hecho arquitectónico. Y, por analogía, podríamos recordar todas aquellas arquitecturas que han sabido resolver su relación con el terreno sin motor, sin timón, sin vela y sin ancla. Cualquier territorio —la tierra, el mar, el desierto, la marisma— puede sugerirnos potencialmente unas solicitaciones, de modo que, según Debord, bastaría con escucharlas, mas allá de cualquier instrumento de autocontrol. Y, de acuerdo con la propuesta de Debord, el motor, la vela, el timón y el ancla son unos instrumentos que siempre nos separan del terreno, que siempre nos impedirán escuchar sus solicitaciones, generando una conducta autista en nosotros mismos, en nuestras formalizaciones y, por extensión, en la vida más intima de nuestros edificios (…) La Arquitectura a través del Lenguaje / Maurici Pla / Editorial Gustavo Gilí /Pagina 45,46.

2 comentarios:

  1. psicogeografia. solicitaciones del terreno.

    lenguajes potentes para poder escuchar lo que el lugar esta reclamando, lo vocación del lugar esta en mirar mas atrás como se han adaptado, como ha sido la conquista de ese "territorio".

    paisaje v/s territorio ?

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  2. Acá no existe ninguna rivalidad respecto al paisaje v/s territorio más bien se habla de que para tener un control respecto a un lugar determinado debemos dejar que el paisaje o contexto se adueñe de nosotros. Y para lograrlo da el ejemplo de estar inserto en el océano. Donde ni el timón ni el ancla son las herramientas para poder orientarnos más bien es el lugar quien nos da las coordenadas para ir hacia adelante.

    Dejemos nuestras herramientas. Dejemos que el contexto nos hable. Es la única forma de poder tomar las decisiones correctas. La deriva no es algo negativo más bien es una oportunidad de entender mejor el problema.

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